Un despido es una situación que no es agradable para nadie, pero desde que comenzamos nuestra vida laboral, debemos saber que estamos expuestos a ser despedidos. Pero, en caso de que esto suceda, es importante saber cuándo un despido es procedente y cuándo es improcedente. Y, en caso de que suceda esto último, de qué manera afecta al trabajador haber sufrido un despido improcedente y cuáles son las acciones que puede tomar al respecto. Veamos cómo funciona esto.

¿Qué es un despido improcedente?

Un despido puede ser considerado improcedente cuando las causas que alega el empresario en la carta de despido para ejercer tales acciones no son lo suficientemente graves o cuando el empresario no puede probar las causas que se le imputan al trabajador, y por las cuales se decidió realizar el despido. También se considera improcedente el despido que no cumple con las debidas formalidades, como no notificarle por escrito al trabajador su despido, sino haciéndolo de forma tácita o verbal, o cuando los motivos dentro de la carta de despido son vagos, es decir que no están lo suficientemente explicados.

Despidos procedentes:

Un despido puede ser objetivo o disciplinario para no llegar a convertirse en improcedente. Veamos cuales son los supuestos de cada uno, que nos ayudarán a saber si se encuentra en una situación de despido improcedente:

Despido objetivo:

Este puede realizarse bajo varios supuestos, éntrelos que encontramos la poca capacidad para desenvolverse en su puesto de trabajo, la incapacidad de adaptarse a modificaciones técnicas en el puesto de trabajo, como también una situación económica negativa por parte de la empresa. Si ocurre cualquiera de estos supuestos, tal y como lo establece el artículo 52 del Estatuto de los trabajadores, y cumple con todas las formalidades, entonces el despido puede ser considerado procedente.

Despido disciplinario:

En los supuestos para proceder a un despido disciplinario podemos encontrar la falta de disciplina, la ausencia o la falta de puntualidad, las agresiones verbales o físicas, la falta de rendimiento, abuso de sustancias, acoso, entre otros. Mientras alguno de estos supuestos pueda ser demostrado, entonces el despido será procedente.

Qué hacer en caso de un despido improcedente:

En caso de que te encuentres en una situación de despido improcedente, es necesario realizar una demanda para así poder ser reinsertado de nuevo en el puesto laboral o recibir una indemnización.

Se tienen 20 días hábiles para interponer la demanda, los cuales comienzan a transcurrir al día siguiente en que se haya notificado el despido al trabajador. Una vez que el despido haya sido declarado improcedente, el empresario deberá optar entre la reinserción y la paga de la indemnización. La indemnización se calcula de la siguiente forma:

Para contratos de antes del 12 de febrero del 2012, la indemnización será de 45 días de salario por año, con un máximo de 42 mensualidades. Para contratos posteriores, el cálculo será de 33 días por año.

En caso de no optar por ninguno, se tomará por tácita la reinserción. Pero en caso de que exista reinserción, pudiendo ser manifiesta tanto de forma tácita como verbal, y el trabajar no ha vuelto a ser reinsertado con las mismas condiciones que tenía antes del despido, entonces se podrá solicitar al jugado que declare la extinción de la relación laboral y que se paguen tanto los trámites realizados como la indemnización correspondiente.

Abogados en Valencia

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